Presento y comento brevemente este cuadro de Paul Rubens, El tormento de Prometeo, de 1612. Este óleo sobre lienzo plasma el momento del castigo atroz con el que Zeus condenó a Prometeo por robar el fuego.
Todos los días iba hacia él el águila de Zeus y le devoraba su hígado, que luego por la noche se regeneraba, haciendo de ésto un tormento eterno. Así vivió Prometeo hasta que un día Heracles, según algunos mitos, disparó al águila y lo liberó de esta tortura inacabable.
Ello se representa con la intención de causar mucha impresión, puesto que es una obra barroca. Prometeo y el águila aparecen más iluminados que el fondo porque son los principales elementos de la composición, pero la posición del condenado en diagonal, con la cabeza en la parte baja del cuadro y su expresión de dolor le dan a él más protagonismo. Con ésto se consigue también una gran sensación de movimiento; es evidente que Prometeo no soporta esta desgracia y trata de huir, pero las cadenas se lo impiden. A su vez se aprecia la tensión en el cuerpo, su postura forzada y la violencia de la situación, ya que en ese mismo instante el águila está arrancándole la carne. Lo único que apenas puede proteger a Prometeo es el ropaje que tiene debajo (que da cierta tranquilidad ante lo brusco de la situación), pero no le es de ninguna ayuda cuando el águila viene a él. El paisaje nublado y el fondo con tonos oscuros contribuyen a crear un ambiente lúgubre.
Como detalle, aparece en la esquina inferior a la izquierda el hinojo con el fuego que robó Prometeo. Con ello quizá Rubens intentaba dar una pista de qué mito había plasmado en su obra ante la incomprensión que pudo haber causado.
3 comentarios:
Brillante comentario, Jaume.
Me ha gustado mucho como has explicado el cuadro, de una manera que me ha hecho ver lo que el autor intenta mostrar. Muy buen trabajo, tu forma de redactar es muy buena, como siempre jajaja.
Gracias, gracias. A ver si algún día hago méritos para que me digan lo mismo en historia del arte...
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