Es decir, un cambio; hoy en día aplicado tanto a lo físico como a lo psicológico. Pero si nos centramos en la cultura clásica y su mitología, encontramos historias en que las transformaciones son tan inverosímiles que son propias de cuentos de hadas. Pero ya todos conocemos más o menos cómo era la mitología y sus cuentos imposibles, así que supongo, esto no nos sorprende.
Las metamorfosis de Ovidio es una obra de quince libros escrita por el poeta romano Ovidio, en el que se narran muchas y variadas historias mitológicas que incluyen una metamorfosis de sus personajes. Una de ellas es la de Jacinto, y contaré su historia como si yo fuera él mismo:
Siendo príncipe no me sorprendía que en las ciudades espartanas se hablara de mí.
Hacía días que oía rumores en las gentes, habladurías que me tenían a mí como protagonista y a otros tres hombres. No sabía demasiado de Tamiris, más que al parecer tuvo algún percance con divinidades por alardear de ser mejor músico quedando ciego, mudo y sin memoria. Menos aún conocía de Céfiro además de que era el dios que nos trae el viento del Oeste. Pero todo esto lo guardaba en mi memoria gracias a Apolo. No me importaba lo que hablaran de mí, de ellos o de él. Sólo aguardaba con ansias el momento en que me reuniría con mi dios. Siempre tan hermoso, iluminado por una luz que lo hacía parecer aún más divino y hacía brillar sus dorados rizos. Mi corazón se encogía cuando venía a buscarme como cada tarde, y la de aquel día no fue una excepción. Sentía que mis mejillas se teñían de un rosado leve y él, simplemente, me sonrió. Aquella tarde, junto al río Eurotas, decidimos no dedicarle tanto tiempo a la música para que yo consiguiese dominar el arte del disco. No dudé en sonreir y asentir ante tan emocionante propuesta, y corrí a colocarme algo alejado de Apolo para que él me enseñara la manera perfecta de lanzar el disco. Recuerdo cuan impresionado quedé al poder casi palpar la fuerza en el ambiente que empleó en su lanzamiento, y ese se transformó en el último recuerdo nítido que conservo. Sé que el viento sopló con tanta fuerza que tuve que cerrar los ojos por la impresión, sintiendo al momento un impacto tan doloroso en mi sien que todo se hizo negro, profundo e infinito. La voz de mi amado pronunciando mi nombre resonaba con eco, pero yo no pude responder por mucho que quise, mi boca no articuló palabra.
Ahora no veo nada, no puedo hablar ni tampoco moverme. No sé qué soy, pero sé que siento, que estoy aquí. La gente que pasa ante mí me llama hermosa flor y me acaricia, pero no lo acabo de entender. Yo sólo me pregunto si para mi dios sigo siendo hermoso, si todavía me recuerda. Anhelo el momento en que me vuelva a llamar por mi nombre, que me vuelva a llamar Jacinto.
Jacinto, joven príncipe espartano, amante del dios Apolo también era deseado por un afamado músico y por Céfiro, dios del viento. Apolo, a base de calumnias, se deshizo de Tamiris como rival, mientras a Céfiro se le consumían los celos por el amor que Jacinto desarrollaba hacia Apolo, y decidió como venganza y despecho terminar la vida del joven mientras practicaban el lanzamiento del disco, soplando con fuerza para que el objeto impactara en la cabeza del efebo. Apolo, para guardar su memoria sólo pudo metamorfosearlo en una flor, la Flor de Jacinto.
El nombre referido a esa flor, por supuesto, sigue siendo usado en la actualidad, haciendo posible guardar en la memoria el recuerdo del joven, como quiso Apolo al darle vida como flor.
4 comentarios:
Guau, gran trabajo, gran escrito. Me ha encantado tú historia narrada desde la primera persona. Felicidades por el trabajo.
Muy bien Carla, has narrado la historia de forma muy bella.
Me alegro mucho por tu trabajo. Enhorabuena!!
Me ha gustado mucho tu post, tienes una gran capacidad de redacción. Mis felicitaciones.
Muy bella la version en primera persona
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